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Cagadas de ayer y de hoy.

Nos ha parecido interesante hacer un análisis comparativo entre el fracking, del que hoy venimos a hablaros, y una técnica descubierta en los primeros años 20, no tanto por el proceso en sí como por el momento histórico en el que ambas se desarrollan; periodos de crisis, carestía y elevados precios, y por la utilización de las mismas materias primas: carbones y pizarras, junto con cantidades enormes del bien común por excelencia, el agua. La técnica en cuestión se denomina “cracking” y estaba destinada a obtener lubricantes, parafinas, aceites, fuel, asfaltos, pero también abonos, fertilizantes, para lo cual una vez destilada la roca y con el fin de mejorar el rendimiento para extraer gasolina se le agregaba hidrógeno, se la sometía a una presión de 200-700 atmósferas y a una temperatura de entre 400 y 600 grados. Como vemos el interés por la producción de hidrocarburos viene de lejos y se intensifica a partir de la primera guerra mundial, donde se transformó por completo la organización económica de los países participantes en ella, poniendo al descubierto que en caso de conflicto la economía era sobre todo “un problema de recursos reales, de fuerza de trabajo, de materias primas y de capacidad de producción” (Hardach, escritor).
Nace así el concepto de movilización nacional, es decir, la utilización de todos los recursos de un país al servicio de la guerra y con ella las comisiones de movilización industrial, que en el caso del estado español estuvieron integradas mayoritariamente por artilleros e ingenieros del ejército de tierra que se propusieron conocer detalladamente la situación industrial del país. Con este fin comienzan a realizarse trabajos de estadística industrial y estudios particulares de los sectores relacionados con la provisión de armamentos y la sustitución de importaciones en tiempos de guerra.
Aunque en el primer tercio del SXX ya se habían realizado experimentos con sustitutivos de petróleo en buques y vehículos militares y funcionaban las primeras destilerías, pequeñas empresas de capital privado, será tras la guerra civil cuando el sector de los hidrocarburos tome impulso de manos de quie76,mjn sería el responsable del ministerio de industria y comercio (1938-39,1945-51) y presidente del instituto nacional de industria (1941,1961), Juan Antonio Suanzes. El INI fue concebido como la retaguardia industrial del ejército español, con un total protagonismo del estado que hacía inviable la participación de la iniciativa privada en los sectores considerados clave.
Pues bien, el mejor ejemplo de política autárquica emprendida por el INI lo constituye la empresa nacional Calvo Sotelo de Combustibles Líquidos y Lubricantes (ENCASO), creada (24-12-42) para sustituir las importaciones petrolíferas a partir de la destilación de carbones y pizarras. El derroche de medios y la pobre rentabilidad de esta empresa (desaparece en 1966 transformada en refinería de petróleo) están harto probadas.
Entre el año 1942 y 1949 se invertirían 10325 millones de pesetas en el total de las actividades del INI y se calculaba que el 20% lo absorbería ENCASO. Finalmente recibió un tercio de la inversión y en 1948 el 40%. A pesar de estas gigantescas inyecciones de dinero público los resultados fueron desastrosos. En primer lugar por el escaso rendimiento en la obtención de gasolina cuando se constató que ni siquiera la unión de todo el sector sería capaz de sustituir las importaciones de esta carburante. El único producto que al parecer tuvo superávit fue la gasolina de avión. En segundo lugar porque los precios no fueron competitivos. ENCASO no esperaba lograr para sus productos precios inferiores a los que ofrecía CAMPSA. Su objetivo era obtener el 7% de rentabilidad al capital invertido aunque el precio de la gasolina de avión doblara al ofrecido por CAMPSA y el de la gasolina de auto lo triplicara. En definitiva si no se lograba el objetivo para el que fue diseñada, que no era otro que el ser autosuficiente en materia de hidrocarburos y no se beneficiaba al consumidor ¿A quién beneficiaba? Lógicamente a la propia empresa que al estar catalogada como sector de interés nacional disfrutaba de exenciones arancelarias, posibilidad de expropiaciones y potestad para fijar los precios.

Queremos con esta explicación remarcar que la reconstrucción del país tras la guerra se forjó a costa del consumo privado, impulsando la inversión estatal y el gasto público. Todavía en el año 1952, recién suprimida la cartilla de racionamiento sólo se calificaron como artículos básicos el carbón, la electricidad, el acero y el cemento. Las penalidades de la población se tradujeron para el régimen franquista en la obligación de “soportar pequeñas molestias con toda alegría, con toda satisfacción, como un homenaje debido a la patria” (Juan Antonio Suanzes 29-4-38 con motivo del primer consejo técnico de FET de la JONS).
Hoy, salvando las distancias, vuelven a pedirnos sacrificios en aras del bien común, vuelven a escucharse los discursos de la autosuficiencia energética y de las bondades de unas técnicas que esquilman los recursos naturales, y que tienen gravísimos efectos sobre el medio ambiente y la salud. (Patxi López)  Ejercito e industria, el nacimiento del INI. Elena San Román.

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